«¿Has visto a alguien diligente en su trabajo? Se codeará con reyes, y nunca será un don nadie”
– Proverbios 22:29.
“El que conoce el arte de vivir consigo mismo ignora el aburrimiento”
-Erasmo de Róterdam
“Bien, siervo bueno y fiel; en lo poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré”, dice el pasaje de Mateo 25:21, palabras bíblicas que motivan a sentirnos orgullos de lo que hacemos y a realizar nuestro oficio con denuedo y excelencia bajo la certeza de que nuestra recompensa no viene de hombre sino de Dios.
Ello así porque el buen trabajo de hoy, es el que allanará las sendas de nuestro crecimiento en el día de mañana, dado que no hay crecimiento sustentable en el tiempo sin estar precedido por la excelencia.
A veces creemos erróneamente que nuestras funciones y posiciones laborales no son lo suficientemente importantes bajo el entendido de que merecemos una posición mejor y de mayor jerarquía, sin embargo, aunque quizá desde una óptica pragmática pueda ser verdad, en modo alguno esto debe ser razón para nosotros mismo aminorarnos, dejando de desplegar nuestro empeño y liderazgo de forma constante para que todo quede bien.
Pues en las pequeñas cosas es que el carácter se va construyendo, modelando y manifestando, por ende desde la posición que ocupes, no importa cual sea, puedes hacer la diferencia por medio de un liderazgo que se note a través de un efectivo dominio de tu oficio, atención inmediata a los requerimientos que te hacen y excelencia en el desempeño de tus funciones. Que la pasión de lo que haces, se te note y contagie.
Si tu puesto es pequeño, es el momento de hacerlo grande, imprimiéndole pasión, siendo diligente en cada aspecto de lo que te concierne hacer, sabiendo que para ser líder no solamente debes hacer bien tu trabajo, sino que también debes hacer mejor a los demás por medio de un ejercicio de cooperación que elimine todo tipo de competencia conflictiva. Debes inspirar a los demás, al estar inspirado.
Para eso es fundamental tomar en cuenta que luego que alcances la excelencia, el próximo paso de tu liderazgo es impactar en la vida de tus compañeros de tal forma que los haga mejores profesionales y con mejores resultados y más apasionados.
Y cuando eso suceda todo lo que toques va a mejorar, pues la actitud que vas desarrollando irradia una energía propulsora que eleva y hace crecer lo que está bajo tu responsabilidad hasta convertirlo en algo diferenciador siendo tomado como referente.
Sí, es cierto que muchas veces los superiores ni cuenta se dan del empeño que estas poniendo para que todo salga bien, ya que muchas veces dan por sentado que el trabajo se hace en automático e incluso dicen que te pagan para hacerlo bien, lo cual puede desmotivarte en el momento, pero nunca debe ser razón para detenerte en tu compromiso con la excelencia, por cuanto debes seguir sin bajarle un ápice al entusiasmo, hasta que tu nombre llegue a ser un sello de incuestionable calidad.
Haciendo el compromiso contigo misma de hacer las cosas con arte, excelente y dando el cien por ciento de ti, poco te afectará que en un momento estacionario tus superiores no reconozcan tu esfuerzo dado que quien se debe sentir orgulloso de ti eres tu misma, sabiendo que todo lo que cae en tus manos prospera, le agregas valor y termina mejor que como lo recibiste.
Además para evitar ese tipo de desánimo, la biblia tiene pasajes maravillosos que nos invitan a trabajar todo lo que hagamos para Dios, pues de Él recibirás la debida recompensa a su tiempo, de esa manera si tu jefe o superior, menosprecia tu esfuerzo, tienes la certeza de que tu creador, nunca lo hará y en el momento justo alineará todo tu entorno para tu reconocimiento y promoción.
El pasaje de Colosenses 3:23-24 lo revela claramente: “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís”.
Y es que cuando el empeño es la norma de tu trabajo, caes en gracia y empieza una senda de crecimiento indetenible como resultado de tu entrega pasada. Como escribió Salomón en Proverbios 2229: “Has visto un diligente en su trabajo, se codeará con reyes y nunca será un don nadie”. ¿Y por qué se codeará con reyes? Por la sencilla razón de que siempre es diligente en su trabajo sin importar si es grande o pequeño, importante o insignificante la tarea o puesto que ocupa, el que es diligente trasciende.
De manera que si entiendes que tu trabajo es pequeño, poco importante, insignificante o de poca valía, entonces es tiempo de cambiar de actitud y hacerlo con pasión y excelencia, sabiendo que a todo lo que le prestes atención se agranda y consciente de que tu momento llegará más temprano que tarde, como resultado de la milla extra que estas dando hoy. Recuerda que tu recompensa viene de Dios quien ve y toma en cuenta los esfuerzos de tu corazón, los cuales nunca son en vano. Ante de comenzar cada tarea ponla en manos de Dios y verás florecer todos tus esfuerzos.
Por Alfredo García
@alfreditogarciapr